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The Decalogue of Illegal Immigration

By Pabster @pabloacalvino
Affricans assulting Spanish border's fence

Africanos asaltando la valla de la frontera española

1. Para aceptar inmigrantes en España, primero debemos estar seguros de que nos hacen falta. No necesitamos más parados. Que la caridad hacia el prójimo no se convierta en falta de caridad hacia nosotros mismos.

2. Una vez seguros de que podemos mantenerlos, sean bienvenidos; pero únicamente quienes entran por cauces legales. Habría que flexibilizar estos cauces, pero jamás premiar a quienes se los saltan.

3. Agredir a un agente de la Autoridad es, en nuestro ordenamiento, un delito. Cualquier inmigrante que cruce la frontera española agrediendo a las Fuerzas de seguridad se convierte, desde ese mismo instante, en un delincuente. No necesitamos delincuentes en España.

4. Culpar de los asaltos a las fronteras a las mafias de traficantes es demagogia gubernamental. La responsabilidad de éstas es secundaria. Quienes destruyen las vallas y agreden a nuestros agentes son los supuestamente exhaustos, hambrientos, débiles y moribundos inmigrantes, no los mafiosos.

5. Es fácil ser generoso con el dinero ajeno. Quienes, en nuestra sociedad, se sientan más humanitarios y estén a favor de compartir nuestra riqueza con los inmigrantes, deberían acogerlos en sus casas y mantenerlos a sus expensaas hasta que fueran capaces de hacerlo por sí mismos; sanidad y educación inclusive; pero no imponer a los demás contribuyentes esa carga. El altruismo no se puede imponer.

6. El problema de las fronteras españolas es un problema español, no de la Unión Europea. No necesitamos el permiso de otros países para defenderlas. La mayoría de los ilegales que entran a España se quedan aquí; no se dispersan por toda Europa. En España el clima les es más favorable y, sobre todo, ¿en qué otro país europeo iban a estar más protegidos y mimados?

7. Si de verdad quisiéramos ayudar a los subsaharianos, empezaríamos por aliviar la presión sobre sus recursos naturales. Lo demás es hipocresía. Menos consumo y menos derroche en occidente; esta es la única forma coherente de ayudar al tercer mundo. ¡Pero entonces no hay crecimiento económico! Ambas cosas a la vez no pueden ser.

8. La filantropía y solidaridad con los agresivos inmigrantes que asaltan nuestras fronteras es gravísima y contradictoria falta de filantropía y solidaridad hacia aquellos otros que, precisamente por más débiles y necesitados, no pudieron ni siquiera emprender el camino.

9. Si tenemos que aceptar inmigrantes y de verdad queremos ser humanitarios, deberíamos ir nosotros a sus países de origen y traernos a los más necesitados, en lugar esperar que vengan los más brutos y premiar su osadía de querer entrar por la fuerza.

10. Por último, quitémonos la máscara de la hipocresía. Confesemos la verdad: a poca gente le importan los negros muertos en Ceuta, los que se ahogan en pateras, los que perecen por el desierto… Poca gente quiere a esos inmigrantes aquí. Dejemos de fingir compasión por sus tragedias. Quisieron entrar por la fuerza. Perecieron. Mala suerte.


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